Recuerdo el momento exacto en que entendí el propósito de la programación. Sentado frente a aquellamicrocomputadora antigua, era solo un niño curioso explorando este nuevo mundo de posibilidades.

Un día escuché a mi padre comentar sobre lo tedioso que resultaba hacer presupuestos a mano para el negocio familiar. Cada cálculo tomaba tiempo, y a veces había que repetirlos.
Pasé varias tardes probando y fallando hasta que finalmente mi programa funcionó: automatizaba todos esos cálculos en segundos. Ver a mi padre usar algo que yo había creado y cómo le facilitaba su trabajo cotidiano fue revelador.

Lo que comenzó como un simple juego de curiosidad se convirtió en mi pasión. Descubrí que la tecnología podía hacer algo más que funcionar - podía mejorar la vida de las personas que me importaban.
Con los años, esa misma motivación me ha guiado: usar mis conocimientos para resolver problemas reales y compartirlos con quienes buscan transformar también su realidad.